Desde el punto de vista científico (y legal), todo el cannabis
es Cannabis sativa L.
En la práctica, indica y sativa son los nombres usados para
distinguir cada uno de los extremos de la gama del cannabis. Hay una multitud
de patrones de crecimiento, cualidades y efectos diferentes dentro de esta
gama, muchos de los cuales son el resultado de la sorprendente capacidad de
adaptación a su entorno del cannabis. Genéticamente, y en términos de cruce
entre razas, todo el cannabis pertenece a la misma familia.
INDICA:
La mayoría de las variedades indica provienen del sur de Asia y
del sub-continente Indio (Afganistán, Pakistán, India, Tíbet, Nepal, etc.).
Las indicas son compactas y fuertes, con cogollos densos,
pesados y fragantes. Los cogollos de indica tienden a crecer en racimos, con
espacios variables (conocidos como ‘espacios internodulares’) entre cada
racimo.
Las indicas son las variedades de floración más rápida,
generalmente con un tiempo de floración de 6 a 9 semanas.
Una vez comenzada la floración, las indicas no tienden a ganar
altura rápidamente. De una indica se puede esperar un aumento del crecimiento
vegetativo de entre el 50 y el 100% al finalizar el período de floración.
El efecto que provoca una indica está comúnmente clasificado
como un ‘dejarte de piedra’, lo que significa que está más centrado en el
cuerpo. Puede intensificar sensaciones físicas como el gusto, el tacto y el
sonido. Tiene un efecto relajante – mental y físico – y puede resultar soporífica
en dosis más altas.
SATIVA:
Generalmente, las sativas provienen de las zonas ecuatoriales –
Tailandia, Camboya, Jamaica, México, etc.
En las mismas condiciones, las sativas crecen más que las
indicas. Los cogollos de sativa tienden a crecer más que los de las indicas, ya
que se desarrollan a lo largo del tallo en lugar de agruparse alrededor de los
internódulos. Sin embargo, una vez secos suelen pesar menos que los de indica,
debido a su menor densidad. Los cogollos de sativa también suelen tener un olor
menos fuerte que el de los cogollos de las indicas, tanto en la planta como
secos.
Las sativas necesitan más tiempo para florecer. Por lo general,
culminarán su floración entre 9 y 12 semanas; sin embargo, necesitarán menos
tiempo vegetativo ANTES de florecer que las indicas. Por lo tanto, el tiempo
total necesario para las sativas es aproximadamente el mismo que para las
indicas (y a veces menos, en términos de ‘horas de luz’).
Las sativas suelen continuar ganando altura al tiempo que
florecen, ganando a menudo 200%, 300% o más de su altura vegetativa mientras
florecen. Esto se debe a que en la zona ecuatorial no hay tanta diferencia
entre las horas de luz diurna en invierno y en verano. Por lo tanto, en su
entorno nativo, las sativas crecerán y florecerán al mismo tiempo. Esta es la
razón por la cual los cultivadores de interior no deben permitir demasiado
crecimiento vegetativo a una sativa antes de inducir la floración. Si son
cultivadas a partir de clones, muchas variedades de sativa pueden florecer tan
pronto como el clon eche raíces.
A pesar de su menor peso y de un tiempo potencial de floración
más largo, las sativas son muy apreciadas por muchos cultivadores por su efecto
‘euforizante’, de ‘subida’; una subida que se puede caracterizar como cerebral,
energética, creativa, risueña y hasta psicodélica. Es menos impactante que el
efecto ‘de dejarte de piedra’ de la indica, y es menos probable que envíe a
dormir al consumidor.
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